A pesar de la aprobación de una moratoria internacional sobre
la caza comercial de ballenas, Japón, Islandia y Noruega continúan
realizando esta actividad, además de llevar a cabo una enérgica
campaña para lograr que se levante su prohibición.

Durante el último siglo, gran parte de las poblaciones de
ballenas fue diezmada a causa a su caza comercial. Se estima que
entre 1925, año en que se introdujo el primer barco factoría
ballenero, y 1975, un total de más de 1,5 millones de ballenas
ha muerto. Sus perseguidores cazaban las diversas especies pasando
de una población a otra a medida que dichas poblaciones disminuían
debido a su explotación. Luego de reiteradas demandas por
parte de la comunidad mundial, la Comisión Ballenera Internacional
(CBI) aprobó una moratoria sobre la caza comercial de ballenas,
que entró en vigor en 1986.
Hoy, estamos a punto de presenciar la reanudación de dicha
actividad a escala industrial. Noruega continúa con su programa
de caza comercial en el Atlántico Norte desobedeciendo la
moratoria de la CBI y Japón realiza la caza de este cetáceo
bajo el nombre de "caza científica", a pesar de
que la carne de ballena se vende en el mercado con fines comerciales.
Por su parte, Islandia anunció un programa de "caza
científica" de tres años sin la aprobación
del Comité Científico de la CIB y que Estados Unidos
ha calificado como "inútil". En los últimos
tres años, estos tres países han aumentado los recursos
destinados a sus programas de caza. Además, presionan enérgicamente
para lograr que se levante su prohibición, hecho que traería
consecuencias devastadoras para estos cetáceos del planeta
que recién comienzan a recuperarse de la explotación
sufrida por años. Debido a que crecen y se reproducen lentamente,
la restitución de las poblaciones toma bastante tiempo. Además,
las ballenas ya están en peligro debido a las diversas amenazas
medioambientales provocadas por el hombre, tales como la contaminación
tóxica y el cambio climático.
La caza comercial de estos cetáceos nunca se ha realizado
de forma sustentable para sus poblaciones ni para los ecosistemas
marinos. De hecho, en esta materia la única actividad económicamente
sustentable es el turismo de observación.
Debido a la probable reanudación de la caza de ballenas
a escala industrial, es necesario actuar con urgencia para detener
los intentos de Japón, Islandia y Noruega. Mediante la vía
política, el trabajo de divulgación pública
y las acciones pacíficas directas en contra de los cazadores
en alta mar, Greenpeace está actuando en muchos frentes;
luchando para poner fin a la caza comercial de ballenas.
Desde 1987, Japón ha dirigido la caza anual en el Antártico
bajo la denominada "caza científica", sin embargo,
esta última en realidad es una empresa comercial: la carne
de ballena que se obtiene de la "investigación"
ballenera japonesa se vende con fines comerciales en este país;
transacción que asciende a los 4 mil millones de yenes al
año.
Desde que comenzó la "caza científica"
de estos cetáceos, Japón ha ido gradualmente ampliando
la extensión de sus operaciones, ya sea mediante del aumento
de sus cuotas autoasignadas como a través de la expansión
de sus operaciones de caza a otras áreas, incorporando así
una segunda “caza científica” en el Pacífico
Norte. En el año 2000, Japón contravino la CIB y la
opinión mundial al expandir la caza en el Pacífico
Norte sumando dos nuevas especies: las Sperm y Bryde. Esto genera
niveles de indignación pública nunca antes vistos
y la protesta diplomática de todas partes del mundo.
A pesar de la oposición internacional, la caza ballenera
que realiza Japón podría continuar expandiéndose.
En los últimos años, este país ha aumentado
los recursos que destina a sus programas de caza y ha insistido
en desobedecer la prohibición de la caza comercial. Además,
su influencia en la CBI ha ido en aumento como consecuencia de la
compra de votos. También ha invertido bastante en una ofensiva
de relaciones públicas creada para convencer al público
de que la caza de ballenas es cultural y económicamente importante
para la nación y que estos cetáceos amenazan la conservación
de las reservas de peces debido a que consumen demasiado pescado.
Sin embargo, dichos argumentos no se sustentan en una base científica.
La carne de ballena es un alimento de lujo en Japón. Una
encuesta de opinión llevada a cabo en 1999, demostró
que sólo el 11% de los adultos japoneses apoya la caza de
ballenas y que el 14% de este sector se opone a ella.
Tokio, Japón — A pesar de
la condena internacional y el escaso apoyo interno, una flota ballenera
de seis barcos zarpará desde Shimonoseki en Japón
mañana, con planes para cazar casi 1.000 ballenas en el Santuario
Ballenero Austral. Greenpeace invita al gobierno japonés
a mantener la flota en el puerto, parar su programa de falsa investigación
y comprometerse a proteger la especie en peligro de extinción
en vez de cazarla.
En lo que se ha descrito oficialmente como un "estudio de
viabilidad" para la expansión de la pesca de "investigación"
de ballenas, la flota planea arponear 935 ballenas Minke y 10 ballenas
Aleta, cetáceos que actualmente se encuentran en la categoría
de conservación en peligro, antes de volver a Japón
en marzo de 2007 con cajas de carne de ballena listas para el mercado
nipón.
"Decir que este programa de pesca de ballenas es una investigación
es un insulto a la ciencia y a los japoneses," dijo Junichi
Sato, Director de la Campaña de Océanos de Greenpeace
Japón. "Este estudio es seguido por pequeños
números de políticos y burócratas para mantener
simplemente sus intereses concedidos en uno de las industrias más
caducas en Japón y a costa del dinero de los contribuyentes
japoneses ".
Durante la temporada de caza de ballenas 2005/2006 la flota navegó
miles de kilómetros al Santuario Ballenero Austral para llevar
a cabo la primera fase del nuevo "estudio de viabilidad"
para ver si ellos podrían arponear acerca de 1000 ballenas.
La flota japonesa señalo que ellos pueden arponear esa cantidad
de ballenas, excepto cuando activistas de Greenpeace se ponen a
sí mismos entre el arpón y las ballenas. Estas declaraciones
fueron efectuadas por la delegación japonesa en la Comisión
Ballenera Internacional de este año. Además de acuerdo
con la delegación Japonesa la expedición fue "un
completo éxito".
"Si el último estudio de viabilidad fue tan exitoso,
entonces ¿por qué necesitan otro? dijo a John Frizell,
Coordinador de la campaña de Océanos de Greenpeace
Internacional. "Este programa es apenas una débil excusa
para empujar una reanudación de casa de ballenas comercial,
a pesar de no tener mercado interno en Japón". Recientemente,
en respuesta a una propuesta para exportar la carne de ballena casada
por el ballenero comercial nuevamente licenciado en Islandia, el
embajador japonés en Islandia admitió que hay una
reserva masiva de carne de ballena en las bodegas de Japón
que no han logrado vender.
Un encuesta en Japón la que se llevó a cabo en junio
de 2006 mostró que 95% de japonés nunca o raramente
come carne de ballena y más de un 70% de los japoneses no
apoya la pesca de ballenas en el Océano Austral.
“El mundo entero sabe que estos proyectos impulsados en el
Santuario Ballenero Austral, tienen escasos intereses científicos
comprobables y es una artimaña de la agencia de pesca nipona
por obtener carne de ballena para su uso comercial. Chile debe abordar
un liderazgo regional en función de impulsar la conservación
de las ballenas debido principalmente a que se esta trabajando hace
mucho tiempo en proyectos de conservación de la especie en
territorio nacional y que la Comisión Ballenera Internacional
se reunirá en Chile para el año 2008”, señalo
Samuel Leiva Coordinador de Campaña de Greenpeace Chile.
Contactos:
Keiko Shirokawa, Greenpeace Japan Communications, in Tokyo: +81
90 34707884
John Frizell, Greenpeace International, in the UK: +44 127 347 6839
Samuel Leiva, Greenpeace Chile, en Santiago +56 2 3437788
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